CONVERSE Y SANDALIAS MARC JACOBS PARA SUPERAR LA DEPRESIÓN O LA HISTORIA DE UN AMOR NO CORRESPONDIDO.
Mira como ando mi amor
Por tu querer
Borracha y apasionada
Nomas' por tu amor
Mira como ando mi bien
Muy dada a la borrachera
Y a la perdición
Tu, solo tú
Has llenado de luto mi vida
Abriendo una herida
En mi corazón
En la obscuridad de mi habitación, y acompañado por un Jack en las rocas, con la lluvia tocando a mi ventanita y la música latiendo desde el reproductor; solo, tristeando para variar, deprimido, que es lo único que parece que hago últimamente.
El frío Bourbon roza mis labios, huele tan dulce, ojalá así olieran todos los venenos.
No escucho jazz, no puedo, necesito algo más fuerte, al nivel del trago que bebo, ahora escucho rancheras para olvidar, porque creo que eso me hará olvidar todo, y es que para un verdadero despecho, las rancheras resultan ideales para sacar todo.
No le dedico estas canciones que escucho a nadie en especial, se las dedico a mi mala suerte, a mi mala racha y mi maldito karma, a mi pinche soledad.
Esta noche no quiero ver a nadie, no quiero estar con mi familia, no tengo animo para aguantar las bromas e indiferencia de mis amigos, ni quiero encerrarme en un cine ni dar vueltas por la ciudad, quiero estar acompañado sólo por la música y mi Bourbon.
Tal vez es la depresión precumpleaños de cada año o tal vez que hoy más que otros días me pesa la soledad; voy a cumplir 27 años y nadie se ha enamorado nunca de mí. Cariño nunca me faltado, se que mi familia me quiere como nadie, mis amigos y amigas me aprecian, hay gente que incluso me admira y me respeta, pero no, sin intención de dramatizar –y eso que a mi se me da muy bien– nunca he sabido lo que es que alguien me ame.
No hago esta confesión para que alguien sienta lastima de mi, sino para liberarme, para ver si con esto que cuento por fin saco todo lo que traigo dentro y puedo avanzar, para ver si puedo cumplir 27 años sin nada que me impida valorar todo lo que he disfrutado este tiempo vivido.
Cuando nadie te quieraCuando todos te olviden
Volverás al camino donde yo me quede
Volverás como todos
Con el alma en pedazos
A buscar en mis brazos un poquito de fe
En mi vida solo me he enamorado verdaderamente de dos personas, una mujer y un hombre, dos seres maravillosos a los que nunca les pude confesar mi amor ¿Por qué? Pues por pendejo, por cobarde, por idiota, por miedo al rechazo.
A Sara la conocí en la preparatoria, me enamoré de ella de la forma más cursi e infantil de la que alguien pudiera enamorarse: aquel día ella caminó entre las bancas del salón de clases, y al verla, no fue su delicioso cuerpo que incitaba al pecado, ni sus pechos redondos y voluptuosos, ni sus nalgas firmes y redonditas cubiertas delicadamente por la mezclilla de sus jeans, lo que despertó mi amor y mi libido, fue su bello rostro blanco iluminado por el sol que se colaba a través de los ventanales, fue aquella luz que la hacía lucir pura e inmaculada, fue aquella voz dulce y serena que salía de sus labios, su mirar dulce y alegre lo que me embobo.
Ese día lo recuerdo como hoy, Sara expuso para la clase el ciclo del agua, lucia su uniforme de Luzac, fue la primera vez que noté su existencia y ya nunca más durante los tres años de prepa la dejé de notar.
A Sara le debo muchos sueños húmedos, mis fantasías pecaminosas de adolescente, mi amor infantil; para mi era muy especial, inteligente –era el mejor promedio de la clase junto con mi amiga Julia–, la presidenta de grupo, la líder de su círculo de amigas, bondadosa y agradable, amable y cariñosa, así era mi linda Sara.
¿Cuál fue el problema? Ella tenía novio y yo era un chico inseguro e insoportablemente obseso, freak y nerd, inseguro, reprimido y antisocial; por aquel entonces conocí a mis mejores amigas, Daniela y Mayra y a mi querido “compadre” JJ, sólo a ellos me atreví a contarles de mi amor por Sara; en múltiples ocasiones me incitaron a que le confesara mi amor, me aconsejaron que le dijera que la quería, que me gustaba, pero nunca me anime, yo sentía tanta vergüenza de que supiera que estaba loco por ella, es algo que no se explicar.
No quiero ni volver a oír tu nombre,
no quiero ni saber adónde vas".
Así me lo dijiste aquella noche,
aquella negra noche de mi mal.
Si yo te hubiera dicho "¡No te vayas!",
¡qué triste me esperaba el porvenir!
Si yo te hubiera dicho "¡No me dejes!",
mi propio corazón se iba a reír.
En este momento, mientas escucho a Lola Beltrán cantar la Noche de mi mal, comienzo a recordar muchas cosas, tal vez las razones de por qué nunca le confesé mi amor: Muchas veces escuché como el novio de Sara alardeaba de sus devaneos, de cómo tocaba su cuerpo, de cómo presumía que acariciaba sus senos y apretaba sus nalgas, de cómo besaba sus rosados y gruesos labios. Recuerdo como dejó a ese novio y comenzó a salir con otro tipo, y luego con otro; recuerdo que mi amiga Mayra un día enloqueció y comenzó a gritar que Sara me gustaba y ella la escuchó, recuerdo que a partir de ese momento Sara trataba de evitarme, pero que siempre que necesitaba algo de mi se acercaba como un gato de angora, sutilmente y sin escándalo, esbozando una sonrisa tierna pero picara, pidiéndome el favor mientras ladeaba sensualmente su rostro como si rogara, y recuerdo que nunca le dije no, mi respuesta siempre fue un bobo “claro que si”.
Pero la prepa terminó, y con ella concluyó mi amor por la mujeres, nunca más me volvería enamorar de una mujer, mis gustos cambiaría radicalmente; el último día de clases, yo con varios kilos menos, Mayra y Daniela se acercaron a mi, me dijeron “es ahora o nunca, si te rechaza al menos sabrás su respuesta, de lo contrario nunca sabrás si tal vez hubiera dicho sí”, pero no me atreví, no pude, no quise.
Varios años después Mayra, Daniela y yo fuimos a tomar un café con nuestra amiga Karla, una de las chicas con las que convivíamos mucho en la prepa, y ella nos contó lo que aún hoy me es difícil de creer:
-Sabes Arge, me hice muy amiga de Sara en la universidad, y un día le pregunté si supo que tu estabas enamorado de ella- Yo empalidecí –Me dijo que sí, que siempre lo supo, y me preguntó por qué nunca le dijiste nada, entonces yo la cuestioné, le dije que cómo habría actuado si le hubieras confesado tus sentimientos –Mayra y Daniela quedaron en silencio, esperando ansiosamente lo que Karla tenía que decir, yo solo bajé la mirada, me sentía avergonzado, exhibido, furioso con Karla por haberle dicho eso Sara –Sara me dijo que hubiera aceptado salir contigo al cine o a tomar un café, me dijo que creía que eras un chico dulce y bueno.
Mayra y Daniela voltearon a verme, y sólo atinaron a decir “te lo dije”, pero de una u otra forma yo supe que Sara nunca habría sido mi novia.
Los años pasaron y el recuerdo de Sara se borró, dejó de protagonizar mis sueños, y de un día para otro en ellos fue sustituida por Fernando, un ex-compañero de clases de Luzac; hacia mucho tiempo que no lo veía, y sin embargo no había día que no pensara en él, que no pensara en su sonrisa, en su cabello rubio y en sus ojos verdes. Y el tiempo pasó y siguió pasando y supe que nunca más me enamoraría de una mujer.
Pero no fue Fernando del chico del que me enamoré, aunque Samuel -como así se llama mi otro amor- también tenía el cabello rubio y los ojos verdes, y aunque sus ojos, en comparación con los míos, son pequeños y es difícil ver su color, cuando se tiene la dicha de tenerlo tan cerca –como lo tuve yo-, frente a frente, muy cerquita, tan cercas que uno se pierde en su mirar, entonces se puede notar el delicado verde de esos lindos ojos.
A Samuel lo conocí cuando hacia mis practicas en el Juzgado 2°, él hacia meritos en otro juzgado, pero siempre lo veía y él a mí, en ocasiones coincidimos en el elevador, en las escaleras, en los pasillos o en el baño, y un día, de la nada me saludo, creo que yo me sonrojé y no devolví el saludo.
Todo ese día no hice más que pensar en él, en su rostro, en sus mejillas rosas, en su cabello cortito y rubio, en sus labios chiquitos pero gruesos, en su piel extremadamente blanca, en su cuerpo atlético y en la dulzura de su sonrisa.
A partir de aquel día comencé a saludarlo, hasta que finalmente un día, luego de varias semanas, cuando coincidimos en el elevador, un día que también recuerdo como si fuera hoy, me preguntó:
-¿Estas en el juzgado segundo, verdad?-
-Sí- le contesté mientras bajaba la mirada y trataba de sonreír, entonces, él me preguntó
-Y cómo esta el ambiente, yo estoy en el Juzgado Primero, y ya estoy hartó, todos son muy cabrones; cómo te llamas.
Yo le dije y el me contestó:
-Yo me llamo Samuel- luego me extendió su mano de dedos gruesos y ásperos, pero tan blancos que se adivinaba el color de su sangre.
A partir de entonces nos hicimos amigos; íbamos juntos a la tienda a comprar algo para comer, platicábamos al salir del Juzgado, generalmente siempre en la madrugada, me invita a cenar o me daba un “aventón” a mi casa cuando yo aun no sabía manejar basta decir que siempre he preferido tener alguien que conduzca por mí), me invitaba a salir los fines de semana, obviamente, con tanto detalle en poco tiempo me enamoré de él.
Pero confundí las cosas, pues yo comencé a amarlo pero el siempre vio en mi sólo un amigo, alguien con quien platicar, un compañía, un soporte para no sentirse solo, un compañero al que podría confiarle que ya estaba harto de la gente de su trabajo.
Nos unimos mucho aquel año que estuvimos juntos, me comenzó a tomar confianza y yo a él; muchas noches nos amaneció platicando de mil y un cosas, por su culpa siempre llegaba tarde a casa y el pretexto que le daba a mi madre es que estaba trabajando.
Samuel, mi guapo Samuel, mi hermoso Samuel.
No le faltaban invitaciones de chicas, muchas veces me platicó de sus aventurillas, y yo siempre lo escuché como cualquier amigo habría escuchado, me contaba como las fulanas aquellas se volvía locas con él en la cama, como las besaba, como acariciaba sus cuerpos, como tenía sexo con ellas, y entonces yo me sentía morir.
Amanecí otra vez
entre tus brazos,
y desperté llorando
de alegría
me cobijé la cara
con tus manos,
para seguirte amando todavía
te despertaste tú,
casi dormido,
y me querías decir
no se qué cosas
pero callé tu boca
con mis besos,
y así pasaron muchas,
muchas horas
Con el pasar del tiempo, nuestra amistad se hizo más fuerte; yo, preferí no hablar sobre él con nadie, mis amistades nunca supieron de sus existencia, sólo la gente del Juzgado sabía de nuestra amistad, a diferencia de mi amor por Sara, del que tal parece todos sabían, de mi amor por Samuel preferí no contarle a nadie, él era sólo mío, sólo para mi, aquel tiempo que pasamos juntos siempre sería para mi, sólo para mí, así no tendría que dar explicaciones, no tendría que hablar nunca de él, ni de lo que sentí por él, su recuerdo sólo sería mío, siempre sería solo para mi.
Un mes antes del fatídico día, cumplí años, como ya es costumbre, decidí no hacer fiesta, fui a cenar con mis amigos de la prepa y desayunar con mis compañeros del juzgado, mis amigos de la universidad ni se acordaron, pero mi Samuel si se acordó, fue al Juzgado, me llevaba un chocolate y un abrazo tan calido como nunca más lo he vuelto a sentir; obviamente, me sentí inmensamente feliz, sumamente dichoso, toda la gente del juzgado vio como me abrazaba, las mujeres murieron de la envidia, envidiaron que aquel chico rubio me abrazara a mi.
-Feliz cumpleaños Arge, qué se va a hacer o qué-
-Vamos a ir a desayunar, nos acompañas-
-No, que te parece si esta noche paso por ti y nos vamos de parranda para celebrar-
-Ok, me parece perfecto- Y así quedamos, aunque antes de salir con él fui a cenar con Mayra, Daniela, Dante y Carlos, esa noche trate de que la velada se fuera rápido, yo ansiaba estar con Samuel, a mis amigos les pareció raro, pero al final logre zafarme.
Samuel pasó por mí, me sentía increíble, aquel chico me sacaría a celebrar mi cumpleaños; me llevó a escuchar jazz en mi bar favorito, “EL LOFT”, yo pedí vodka tonic, él cerveza; la noche avanzó, la plática se extendió hasta que el bar cerró y no corrieron, él quería seguir la fiesta, yo sólo quería estar con él.
Fuimos a una cantina del centro, pedimos tequila, el pago todo; yo me puse muy mal, comenzó a sonar una canción de Lucha Villa, en ese momento no supe como se llamaba, luego averigüe su nombre, se llamaba “Amanecí en tus brazos”; entonces dije algo de lo que a pesar de todo no me arrepiento: Te quiero, te quiero mucho, eres la persona a la que más quiero, y el me dijo –Eres mi mejor amigo cabrón, te quiero un chingo–.
Él ya estaba muy tomado, no podía manejar, dejamos su auto fuera de la cantina y tomamos un taxi, lo lleve a su departamento, dónde vivía solo, él es de Guadalajara; como pude lo lleve a su cuarto, lo tendí en su cama, estaba totalmente ebrio y sudoroso, lo vi dormido, desprotegido, con mi mano acaricie su frente, sentí la humedad de su piel sudorosa, lo vi indefenso, invulnerable, y quise besarlo, acerqué mi rostro al suyo, mis labios a sus labios, y cuando estuve a punto de besarle se movió y yo ya no me atrevía a hacerlo, supuse que seguía dormido, pero aun así me puse nervioso y preferí irme.
Al día siguiente no me habló, ni el siguiente, fue hasta el lunes de la semana subsecuente que lo ví, Samuel me saludo, pero fue todo, pasaron las semanas y no volvimos a hablarnos. Luego, él consiguió una novia, una chica del Instituto Frances, una mocosilla demasiado poca cosa para él.
Nos distanciamos, y yo me deprimí, pero qué más podía hacer, él ya no quería salir conmigo, sólo quería estar con aquella fulana. Agosto se fue volando y septiembre paso inadvertido, y entonces, un día de noviembre llegó nuevamente a mi juzgado, se acercó a mí, me saludo, luego me regaló por última vez aquella linda sonrisa y me dijo:
-Me voy a Guadalajara, acabo de conseguir trabajo allá, vengo a despedirme- me extendió su mano, esa hermosa mano, cuya calidez y tacto ya he olvidado, luego me dio un abrazo y antes de que se marchará le dije- Te deseo lo mejor Samuel, no te olvides de mi, sabes que te quiero mucho- Él me sonrió y sólo dijo –Cuídate, seguimos en contacto- Pero no fue verdad, la distancia nos separó, muchas veces le mandé mensajes, pero él contestaba con monosílabos y de manera fría, y yo perdí la esperanza de continuar en comunicación con él.
Entonces Guadalajara se convirtió en un estigma, no quise saber nada de esa ciudad, comencé a aborrecerla, a detestarla, comencé a odiarla porque lo alejaba de mi y desde entonces no puedo ir ahí por temor a encontrarlo, a verlo a los ojos, y ver que ya no me miraría igual, a encontrarlo, a que me vea que sigo igual; cuando mi amigo Jaime se fue a vivir allí y me preguntó si iría a visitarlo, le prometí hacerlo, pero a la fecha no he cumplido esa promesa, me da miedo encontrarme a Samuel, verlo feliz del brazo de alguna chica, ver sus labios rosados y saber que nunca sentiré su calidez.
Después de Sara y Samuel, no me he vuelto a enamorar tan intensamente, desde que los conocí he estado solo, triste y confundido. Después de ellos llego Vladimir, con el perdí mi virginidad, pero aquella noche no es digna de recordar, es preferible no hablar de aquello.
A Vladimir le siguió un tipo de cuyo nombre no me acuerdo, lo conocí en un bar una noche de calentura, no significó nada. Entonces decidí no volver a tener sexo con nadie, para qué, sin amor no significaba nada.
Basta de rancheras, necesito rock
The Head of State has called for me by name
But I don't have time for him
It's gonna be a glorious day
I feel my luck could change
Pull me out of the aircrash
Pull me out of the wake
I'm your superhero
We are standing on the edge
Sustituí el amor con la música, sobretodo con los conciertos y los festivales, a partir de 2007 no hubo concierto de alguna banda de rock que me propusiera ir al que no fuera.
Pero el tiempo y la necesidad me cayó encima, y la música no fue suficiente; hace un par de meses conocí a un chico en el deportivo donde practicaba natación, su nombre, José, no importa los detalles de cómo lo conocí, el chiste es que apareció en mi vida y me ilusioné, él estaba en una etapa difícil de su vida, yo estaba deprimido, él necesitaba alguien con quien hablar, alguien que lo protegiera, yo necesitaba sexo y compañía, el tenía 25, yo 26, y un buen día sin mediar palabra nos besamos y me lo lleve al motel.
Entonces, él me confesó que tenía novia, yo no sentí nada, lo vi a los ojos y le sonreí, luego nos vestimos, lo llevé a su casa y de camino a la mía escuché a Billie Holiday cantar una canción que penetró hasta mi corazón:
I'm a fool to want you
I'm a fool to want you
To want a love that can't be true
A love that's there for others too
I'm a fool to hold you
Such a fool to hold you
To seek a kiss not mine alone
To share a kiss that Devil has known
De José no me enamoré, sólo fue un acostón, pero no puedo negar que me dolió su confesión, porque estúpidamente me ilusioné. Después de aquella noche juntos, volvimos a repetir la experiencia un par de veces más, sólo fue calentura, no amor; el me volvió a marcar al celular, yo decidí no volver a contestar a sus llamadas y no volver al deportivo a practicar natación, no quería volver a verlo, él no volvió a llamar… hasta el momento.
No sé porque escribo todo esto, y peor aún, porque estoy a punto de publicarlo, tal vez es un acto de contrición, una forma de dejar todo detrás de mí, de olvidarlo, de sepultarlo.
¿Por qué me siento triste esta noche? Bueno, hay tantas respuestas, pero ninguna me basta, ninguna me satisface, hace años que me siento solo, y hace años que acepté esa soledad, pero hace un mes más o menos que ocurrió algo que no tenía planeado, algo que no dependió del todo de mi, algo de lo que puedo culpar a mis amigos y que es la razón de que hoy no esté con ellos, de que haya decidido estar solo y obscuras en mi habitación, tomando Bourbon y escuchando canciones de dolor.
Hace poco más de un mes conocí a “E”, así lo llamaré para proteger su anonimato, equiiiiiis; nos hicimos amigos por un amigo en común; comenzamos a conocernos, él no tenía amigos y se sentía sólo, yo sentía que mis amigos no me valoraban, comenzamos a salir, nos hicimos muy amigos en poco tiempo.
Un día hubo una reunión en casa de mi querido amigo Charly, decidí llevar a “E”, todos se quedaron sorprendidos; al día siguiente mis amigos me cuestionaron sobre mi relación con “E”, yo les dije que solamente éramos amigos, ellos no me creyeron y se burlaron de mi, dijeron que yo estaba enamorado de él, pero la verdad es que sólo lo consideraba mi amigo; la semana siguiente hubo una fiesta en casa de otro amigo, y volví a llevar a “E”; la noche transcurrió con alegría, pero en algún momento comencé a ver que “E” y un amigo comenzaron a intimar más de lo normal, y entonces, sin proponérmelo o adivinarlo siquiera, sentí celos, me sentí fatal. Entonces decidí abandonar la fiesta, no quise saber nada de nadie. Esa noche llegué a mi casa con un hueco en el estomago.
La tarde del día siguiente le marqué a “E” y lo invite a ir al café para platicar, pero me dijo que tenía muchas cosas que hacer. Horas después marcó a mi celular y me dijo que mi amigo, con el que había intimado más de lo normal lo había invitado al café, y me preguntaba que qué opinaba, yo me sentí traicionado, me sentí como plato de segunda mesa, me cuestioné ¿No tiene tiempo para salir conmigo pero sí con alguien más?
Fingí y le dije que se diera una oportunidad de conocerlo, colgué el celular y volvía sentir un hueco en el estomago, desde entonces a la fecha las cosas no han ido normal; me siento celoso aunque la verdad “E” no es mi tipo y solo lo consideró mi amigo, si no fuera porque mis otros amigos comenzaron a especular cosas, tal vez no me sentiría así; lo peor es que mis amigos andan raros, no me contestan las llamadas, andan raros, supuestamente trabajando o meditando sobre los cambios de sus vidas, y yo me siento solo.
Por eso estoy aquí, tomando Bourbon, solo, en mi habitación y en la obscuridad, mientras afuera el cielo aun está nublado aunque ya no llueve. Me siento confundido y deprimido. En mi vida nunca he sentido lo que se siente el amor, nadie se ha enamorado de mi, no pretendo dramatizar, sólo quiero tomar conciencia de lo que está pasando, de lo que estoy haciendo mal.
¿Qué estoy haciendo mal? ¿A caso soy feo y poco atractivo? Mmmmm… No soy un adonis, pero tengo mi atractivo, y de eso estoy seguro, hace medio año mi mamá me platicó algo que me perturbo.
Un día, ella charlaba con una vecina, ésta le contó a mi mamá que su hija había estado enamorada de mí, que siempre lo estuvo hasta que se embarazo de un tarugo y se casó con él.
-Estaba enamorada de él, creo que aun lo está.
Mi mamá me narró con orgullo aquella historia, la chica en cuestión, cuyo nombre preferí no saber, no pregunten por qué, se enamoró de mi al verme pasar cuando iba a la escuela, supuestamente le gustó mi porte intelectual, la manera sería y elegante en que siempre me comportó con la gente, y la manera en que usaba mis anteojos; le gustaba el color de mi piel, mi estatura y mi cabello ondulado.
Aquella confesión me resulto incomoda, le dije a mi mamá que callara, que no quería saber más, no pregunten del por qué de mi reacción, yo tampoco la sé.
Lo que resulta al menos positivo de aquella confesión, es tomé conciencia de que sí es posible que alguien se enamore de mi –así de poco autoestima tengo–; siempre me he considerado inteligente, culto y con un gusto musical envidiable, pero nunca habría pensado que alguien pensara en mi como elegante, intelectual y atractivo.
Entonces, si alguien se puede enamorar de mí, por qué las personas que yo he querido no me han correspondido, entonces por qué sigo solo a mis 26 años, casi 27, qué estoy haciendo mal.
No puedo evitar sentirme deprimido, hace meses que me siento fatal, la música y los conciertos y los festivales ya no suplen el vacío; he buscado formas de superar este sentimiento: hacer ejercicio, comer e ir de compras; las compras habían funcionado bastante bien hasta que conocí a “E”, desde aquel día en que me confesó que saldría con alguien que no era yo, ir de compras ya no alivia mi depresión.
Hasta hace un par de meses antes conocer a “E” y de que mis amigos anduvieran raros, comprar un par de Converse de tres mil pesos o un par de sandalias Marc Jacobs –cuyo preció aún hace llorar a mi estado de cuenta-, habían resultado suficientes para no sentirme triste, pero hoy, esos gastos innecesarios no alivian mi depresión.
Por eso decidí quedarme en casa esta noche de lluvia y escribir, escribir hasta que todo se olvide, hasta que me sienta sanado y como acto de contrición he decidido compartirlo en mi blog, porque estas son mis crónicas, mi diario, y porque necesito nuevamente recurrir a ellas para sacar esto que llevo dentro y me carcome, para olvidar que me siento triste, para olvidar que un par de converse y unas sandalias Marc Jacobs ya no sanan mi corazón.
Pero saben que es lo que verdadera me afecta, no son los recuerdos, no es la actitud de mis amigos, no es lo ocurrido con “E”, lo que me afecta lo que me duele, es Samuel, estoy a un par de semanas de irme de vacaciones a Puerto Vallarta, una playa cercana a Guadalajara, y me da miedo encontrármelo ahí, sé muy bien que seguido va ese lugar, no quiero verlo, no quiero encontrármelo, no podría, estoy a punto de cancelar el viaje, ya no quiero ir, no quiero saber si está con alguien, no quiero saber nada de él.
I'm on a roll, I'm on a roll
This time, I feel my luck could change
Kill me Sarah, kill me again with love
It's gonna be a glorious day
Pull me out of the aircrash
Pull me out of the wake
I'm your superhero
We are standing on the edge