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miércoles, 24 de junio de 2009

EL FREAK Y LA JUSTICIA

EL FREAK Y LA JUSTICIA
Son las dos y media de la mañana, del sábado seis de junio de dos mil nueve; estoy en mi habitación, resguardado por las sombras protectoras de la noche que me acompañan, hace años que dejé de tenerles miedo, pues descubrí que hay cosas peores a las que en verdad debo temerles, como a las consecuencias de mis actos, actos espontáneos, no planeados, no medidos; actos que después de consumados me causan más pavor que aquello que me es desconocido.

Se supone que en este momento debería estar saliendo de una fiesta, o quizá, dependiendo de las circunstancias, disfrutando aún de ella, pero no es así, como ya lo dije, estoy sólo en mi habitación frente a mi computadora, escribiendo una crónica con la que pretendo desahogarme, sacar este extraño sentimiento que llevo dentro, una rara mezcla de frustración, tristeza, nostalgia y confusión; una crónica que quizá no tenga ni pies ni cabeza, en realidad no sé como vaya a terminar, simplemente he comenzado ha escribir, mis manos transcriben lo que mi cabeza va hilando segundo a segundo, por lo cual, este relato no tiene aparentemente un tema en especifico, sin embargo, hay algo que quiero contar, que necesito sacar de mi mente para que no se pierda entre la propia indiferencia y la necesidad de olvido.

Hace ya muchas semanas que no actualizo mi blog con regularidad, la razón es la falta de tiempo, de animo e inspiración, he estado agobiado, agotado mentalmente, la verdad es que he invertido mucho de mi tiempo y mis energías en mi trabajo en el tribuna, así que cuando obtengo algo de tiempo libre, la verdad es que lo desperdicio tratando de olvidar todo, en especial de escribir; sin ánimos de exageración, más que nunca me he sentido como Andrea Sachs en “El Diablo Viste de Prada”, y aunque parezca extraña la comparación entre un personaje femenino y mi persona, lo cierto es que me siento como ella; en otras ocasiones ya he expresado que muchas veces me he visto reflejado en su historia, claro es, dejando de lado los diseños exclusivos de Chanel y Valentino (bueno, mi nueva jefa es fanática de la joyería de Bulgari y la ropa de Banna Republic, algo es algo), pero a fin de cuentas, igual de frustrado y cansado, es por eso que aunque muchos puedan considerar la novela y la película como superficiales, lo cierto es que para mi tienen un significado muy especial.

Me siento como Andrea porque al igual que ella tengo un titulo que avala mis estudios, porque como ella soy una persona inteligente y trabajadora, que hace su labor de la mejor manera, que siempre está dispuesta a aprender y aportar algo para hacer mejor las cosas, y que pesar de esta dedicación, no logra sentirse plenamente recompensada o valorada por su esfuerzo; además, mi jefa, al igual que la de Andrea, me agobia con absurdas tareas que nada tienen que ver con mis obligaciones contractuales, y no en balde quiere que haga a la perfección y con prontitud todas aquellas que sí me son propias; para mi fortuna, mi jefa es educada, agradable, simpática y cariñosa, no ese mar de estrés y amargura que es Miranda, la jefa de Andrea.

Verán, mi trabajo no es nada del otro mundo pero si es algo pesado, llevo trabajando en él ya casi cuatro años, comencé cuando aún estaba en la universidad; desde pequeño siempre he soñado con convertirme en Juez algún día, solía jugar a eso; junto con mis hermanos y primos simulaba constituirme como una figura de autoridad y poder, pero imparcial, con el conocimiento y el sentido común necesario para tomar una decisión adecuada y dictar un veredicto, claro que de niño no hacia un análisis tan profundo, pero ese sentimiento era el mismo: resolver un conflicto entre dos parte basándome sólo en los hechos y no en los sentimientos.

Por azares del destino, por obra divina, porque así estaba escrito, o simplemente, porque así tenía que ser, hace cuatro años tuve la oportunidad de ingresar al Poder Judicial de la Federación, jajajaja, un “trabajo por el que miles de abogados en México morirían” (esa frase me recuerda algo, dónde la he escuchado), ¿Por qué? Porque es un trabajo bien remunerado, que permite alcanzar un futuro seguro y cómodo; porque otorga un nivel y un estatus difícil de conseguir de manera rápida (aunque no sencilla, en verdad es mucho trabajo), y más aún, difícil de mantener; vaya, porque es uno de los caminos para llegar a la cúspide (una magistratura, el Consejo de la Judicatura, la Suprema Corte), al nivel jerárquicamente más alto de la legalidad en México; sin embargo, esa legalidad no es justa o perfecta, y en honor a la verdad, pertenecer al Poder Judicial Federal tampoco es muy divertido o alentador, ni constituye la única clave suprema del éxito financiero y personal, pues fuera de él también hay abogados que obtienen grandes ganancias económicas, y sobretodo, mayores en el ámbito personal y espiritual.

El trabajo en el Poder Judicial Federal (no confundirse con el fuero común o Juzgados Locales) es muy, muy pesado, ingresar a él no es fácil, y mantenerse ahí mucho menos; el sistema judicial en México es asqueroso, como lo dijo una amiga, pero no es asqueroso por sí mismo, son las personas que participan de la corrupción, ya sean ciudadanos o funcionarios, las que lo hacen así. Entonces, ¿Por qué sigo trabajando ahí? Pues son muchas las razones, primero, porque adoro el estatus y posición que me brinda, y el nivel que todavía le falta darme; porque recibo un sueldo que no está mal; porque me gusta mi trabajo, porque sé muy bien que mi labor, aunque probablemente mínima, es importante, e insisto, porque a pesar de todo, me gusta mi trabajo; porque sin importar lo que he visto, aún sigo creyendo que la justicia no sólo es un ideal inalcanzable o intangible, es algo real, algo que es viable si toda la sociedad pone algo de su parte; además, frente a mí tengo el esfuerzo, el sacrificio y la dedicación de cientos de personas que trabajan día a día (en ocasiones sin dormir, pues las jornadas laborales son criminales) para el Poder Judicial Federal, que hacen su trabajo con orgullo, honestidad, dedicación y mucho amor; todo esto me anima a continuar, a no darme por vencido, a creer que no todo está podrido, aunque lamentablemente la gente de afuera está tan cansada de la corrupción (y cómo no culparla) que es incapaz de apreciar y aceptar esa verdad; y finalmente, porque durante estos cuatro años me he partido el lomo, porque me he ganado a base muchos dolores de cabeza, esfuerzo y dedicación, todos mis nombramientos y mis designaciones, porque después de todo este tiempo no voy a tirar la toalla y minimizar mi sacrificio y mi esfuerzo, porque ha valido la pena y he disfrutado trabajar ahí, porque no me da la chingada gana rendirme, porque el día que decida salir del Poder Judicial Federal, será porque he logrado mi meta o porque de plano, han aniquilado mi fe por la endeble pero aún existente justicia mexicana.





lunes, 4 de febrero de 2008

EL DIABLO VISTE DE PRADA (Primera Parte)


EL DIABLO VISTE DE PRADA O LA NECESIDAD DE CONSEGUIR UN TRABAJO MEJOR SIN PERDER EL ESTILO
Primera
Parte

“La insistente voz de Miranda Priestly persigue a Andrea hasta en sueños: «¿An-dre-aaa?, ¡An-dre-aaa!». ¿Es este el trabajo con el que soñaba al salir de la universidad? ¿Es este el trabajo por el cual tiene que estar agradecida y sentirse tan afortunada? Sí, es la nueva asistente personal de Miranda, la legendaria editora de la revista femenina más glamourosa de Nueva York. Ella dicta la moda en el mundo entero, millones de lectoras siguen sus recomendaciones. Sus empleados y colaboradores la consideran un genio. Los grandes creadores la temen. Todos, sin excepción, la veneran. Todos, menos Andrea, que no se deja engañar por este escaparate de diseño y frivolidad tras el que se agazapa un diablo que viste un traje de chaqueta Prada (exclusivo, por supuesto), calza unos Manolo Blahnik y siempre luce un pañuelo blanco de Hermès.”.


Una película que consigue ponerme de excelente humor siempre que la veo es “The Devil Wears Prada”, dirigida por David Frankel, probablemente sea porque no es una película profunda y complicada, sino todo lo contrario, resulta un comedia fácilmente digerible, que si bien trasciende más allá de lo que se podría definir como una “película dominguera” para convertirse en una película entrañable, tampoco llega a considerarse una obra maestra o una renovación del genero.

Basada en la vendidísima novela de la norteamericana Lauren Weisberger, el encanto de “The Devil Wears Prada” radica en sus personajes protagónicos: Andrea Sachs, interpretado por Anne Hathaway, y Miranda Priestly, magistralmente encarnado por Meryl Streep, así como los personajes de soporte Emily y Nigel, interpretados por Emily Blunt y Stanley Tucci respectivamente.

Como espectador, el personaje con quien me resulta más fácil conectarme es Andrea, pues por principio es una chica normal que como muchos jóvenes de su edad se ve tratando de sobrevivir en el mundo de los adultos con un título universitario pero sin trabajo. Aunque con mucho intelecto, la juventud y poca experiencia de Andy le brindan pocas oportunidades para salir adelante, pero de pronto aparece frente a sus narices el trabajo por el que millones de chicas en el mundo matarían: trabajar como asistente de Miranda Priestly, la legendaria editora de la revista “Runway”, la publicación de modas más importante del orbe; trabajar para ella durante un año le permitiría a Andrea obtener el trabajo de periodista que tanto ha deseado.

La historia comienza con la llegada de Andy a las imponentes oficinas de Elias Clarke, compañía editorial de la que forma parte “Runway”, para entrevistarse con Miranda, quien acaba de despedir a la última de una serie de asistentes que a sus ojos ha sido una más de una cadena de decepciones; si bien la entrevista resulta ser una completo desastre, Miranda decide contratarla, ya que aunque según ella Andy es una chica “…desaliñada y gorda…” (cuando en realidad sea talla 6), su impresionante currículum y sus ganas de aprender la incitan a probar con una asistente distinta de las que generalmente contrata: “chicas a la moda, delgadas, por su puesto, que veneran la revista… y estupidas”.

Sin embargo, Andy no sabe que, literalmente, su jefa es en realidad el mismísimo Satanás, claro, elegante y a la moda, pero de igual forma demoníaco. Miranda es una de esas villanas que terminas amando, no sólo por que es malvada, sino porque es inteligente, cada uno de sus actos esta regido por la razón y no por sus sentimientos, es fría y calculadora, la clase de persona que odias pero de la que te encantaría conseguir su aprobación.

La vida de Andrea dará un giro de trescientos sesenta grados a partir del primer día que empieza a trabajar para “Runway”, pues entre Miranda y Emily se encargaran de hacerla sufrir, la primera solicitándole las tareas más disparatadas y psicoticas que van más allá de una simple taza de café o contestar el teléfono, pues entre sus funciones están recoger la ropa de la tintorería, preparar su comida, hacer sus compras personales, hacer la tarea de sus hijas, aprender los nombres de todos los invitados de una fiesta para que le ayude a recordarle quienes son estos y hasta conseguir el manuscrito no publicado del último tomo de Harry Potter. Para colmo, Emily no la ayuda para nada, al contrario, se burla de ella cada que hay oportunidad y le asigna aun más tareas de las que ya tiene.

En un inicio, Andy lucha por mantener firmes sus ideales y sus metas, no se deja engañar fácilmente por el escaparate de glamour y belleza que representan las “chicas Runway” (modelos, editoras, fotógrafas y demás colaboradoras de la revista que siempre usan tacones altos) y la bruja que tiene como jefa, sin embargo el mundo de la moda y el jet set neoyorquino terminaran seduciéndola, a tal grado que con el paso del tiempo y un poco de la ayuda de Nigel, el brazo fuerte de Miranda y segundo al mando de “Runway”, quien se convierte en una especie de hada madrina para Andy, ésta conseguirá adaptarse a su nuevo trabajo e inclusive llegar a talla cuatro y convertirse en una mujer sofisticada y la moda, entregándose por completo a su labor como asistente de Miranda mientras su vida personal se desmorona.

La película es graciosa, y aunque si bien no consigue sacar carcajadas, si deja una sonrisa en los labios de quien la ve; el problema con “The Devil Wears Prada” es el discurso moral que hay detrás de ella, un discurso que al final no resulta nada creíble, por un lado el filme de Frankel pretende hacer una critica fuerte al mundo de la moda a través de la sátira, objetivo que se pierde por completo cuando el director también pretende honrar este universo fashion que genera miles de millones de dólares y euros al año, por lo que al final la película no resulta ser tan critica; por otro lado, llega un momento casi al final de la película que ésta se torna forzada y un poco desconectada, probablemente porque al director se le acababa el tiempo para llegar al desenlace y busca desesperadamente una forma sencilla de llegar al final, esto sucede cuando los amigos y el novio de Andy cuestionan su cambio de imagen y su exagerada entrega al trabajo, discurso moralino que tampoco resulta nada creíble, ya que en pocas escenas y de una forma muy desafortunada, la guionista pretende plantear un problema que requería un poco más de tiempo o por lo menos una forma más ingeniosa de resolverlo.

El punto afortunado del guión de Aline Brosh McKeena, encargada de adaptar la novela de Lauren Weisberger, es el discurso que ofrece sobre la relación jefe-empleado, el cual no es capaza de desarrollar la Weisberger en su novela, ya que mientras que en la película se explica de manera clara y concisa cómo Andy desea conseguir la aprobación de su jefa, con todo y que ésta es una perra, y en el camino logra superarse, aprender de sus errores y tomar lo mejor de Miranda para ella misma, en la novela la escritora desahoga las frustraciones, traumas y resentimientos adquiridos de su experiencia como empleada de Anna Wintour, la mítica editora de la revista Vogue, contándonos una historia muy personal, casi biográfica, que en este aspecto resulta un poco subjetiva, por lo que no muestra al lector las dos caras de la moneda como si lo hace la película, es decir, lo bueno y lo malo que puede tener un superior jerárquico.

Los que hemos tenido un jefe, por más gruñón y déspota que éste sea, no podemos negar que aunque lo odiemos siempre buscamos obtener una gracia de él, demostrarle que estamos a su altura y lo profesionales que somos, y al final, querámoslo o no, terminamos aprendiendo, para bien o para mal, de él, e inclusive adaptamos algo de su personalidad a la nuestra, como la ocurre a Emily y Andrea con Miranda. Mientras que en el libro Miranda Priestly es una bruja de principio a fin de la novela sin razón alguna, en la película la maldad de la villana tiene una razón de ser que la hace más verosímil, esto queda patente con la reivindicación que se hace al final de la cinta del personaje que interpreta Meryl Streep, cuando Miranda ayuda a Andrea a conseguir trabajo y le dedica un pequeña sonrisa desde su automóvil sin que Andy la vea, lo anterior nos explica de manera inteligente que Miranda no es mala nada más por que sí, es mala porque las circunstancias de su vida, sus responsabilidades y el estrés la obligan a ser de esa forma, Miranda es un mujer profesional luchando en un mundo dispuesto a tragarla si se deja, y la única manera de enfrentarlo es siendo mala, aunque la verdad, a ella le encanta ser una maldita.

Pero a final de cuentas la película termina siendo estupenda, graciosa y divertida, digna de verse una y otra vez, al menos yo la veo siempre que me siento deprimido o cuando mi superior jerárquico me reprende; desde que ví “El Diablo Viste de Prada”, ésta se ha convertido en una de mis películas favorita.

Diez datos curiosos sobre “The Devil Wears Prada”:

1.- Carlos Dengler, bajista de INTERPOL, colaboró con algunos demos para la banda sonora de la película, sin embargo, finalemnte fue Theodore Shapiro el encargado de componer la música original del filme.

2.- Aunque Lauren Weisberger lo niegue, “The Devil Wears Prada” esta basada en sus anécdotas como asistente de Anna Wintour, la déspota pero brillante editora de la revista Vogue en su edición norteamericana, una de las figuras mas temidas del mundo de la moda (Mas datos en la próxima entrega).

3.- El vestuario quedó a cargo de Patricia Field, la misma que vistiera a Sara Jessica Parker y compañía para la serie “Sex and the City”; Field obtuvo una merecida nominación al oscar por su trabajo, sin embargo y aunque la película girara alrededor de la ropa, lo perdió frente al imponente vestuario de “Marie Antoinette” diseñado por Milena Canonero, yo sin duda también hubiera votado por Milena, y si no me creen he aquí una muestra:
Patrcia Field (izquierda), Milena Canonero (derecha) y el vestuario ganador (abajo)

4.- En un inicio se tenia planeado que el entrañable personaje de Miranda Prestly lo encarnara Helen Mirren y no Meryl Streep, afortunadamente, para nosotros eso no fue así, ya que aunque la primera es una excelente actriz, Streep levanta una película que pudo haber quedado como un episodio más de “Sex and the City”; la magistral actuación de Meryl Streep, que se convierte en la columna vertebral de la cita y en toda una cátedra de actuación, le valió un Golden Globe y una nominación al Oscar, la cual curiosamente perdió frente a Helen Mirren, quien interpretara a la Reina Isabel II de Inglaterra en la película “The Queen”.

5.- Giselle Bundchen aceptó trabajar en la cinta cuando le ofrecieron el personaje de Serena, una ex-asistente de Miranda y la mejor amiga de Emily (Emily Blunt), y no el papel de una modelo como originalmente se tenia pensado.

6.- Valentino, el famoso diseñador italiano y la hermosísima modelo alemana Heidi Klum, decidieron colaborar en la película por invitación de la productora Wendy Finerman y la diseñadora Patricia Field, en la secuencia de los desfiles en la Semana de la Moda de Paris.

7.- Aunque la película se llama “El Diablo Viste de Prada”, en realidad Meryl Streep, quien hace a Miranda, casi no viste de Prada en la cinta, una de la pocas cosas que uso de esta marca fue la bolsa blanca que aparece casi al inicio, cuando Miranda llega al edificio de Elias Clarke para entrevistar a Andy.

8.- La cabellera platinada que usa Meryl Streep fue, aparentemente, una idea suya, pero en realidad dicen las malas lenguas que Anna Wintour, la mujer que inspiro el personaje de Miranda, solicitó a la producción que el personaje fuera lo menos parecido físicamente a ella.

9.- Stanley Tucci y Emily Blunt fueron los últimos actores en ser contratados, para nuestra suerte se quedaron con los personajes de Nigel y Emily, respectivamente, pero esto fue de mala suerte para Anne Hathaway, pues terminan robándole cada escena en que participan con ella, es más, Blunt se come tanto el personaje de Andy, que al final para equilibrar las cosas, de 45 cambios de vestuario que se tenían planeados para Hathaway, ésta uso mas de 65 para hacerla notar más, y por si fuera poco, en algún momento el director también pensó en la posibilidad de recortar escenas de Emily o quitarle el asentó ingles que caracteriza a su personaje y que la hace una villana muy perra, gracias a Dios que no lo hizo.
Emily Blunt, la bella asistente de Miranda

10.- “The Devil Wears Prada” no sólo es el nombre de la novela y la película, también es el nombre de una banda de metalcore norteamericana… raro ¿no?



martes, 17 de julio de 2007

KT TUNSTALL, NUEVO DISCO PARA SEPTIEMBRE

KT TUNSTALL, NUEVO DISCO PARA SEPTIEMBRE

KT Tunstall es una fantástica cantante británica que el año pasado gano el “Brit Award” como mejor interprete femenina, además de que su primer disco “Eye to the Telescope” (el cual les recomiendo ampliamente) la convirtió en la artista con el mayor numero de ventas del Reino Unido en el 2006; aunque algunas de sus rolas como “Other Side of the World” nos evocan un poco el Brit Pop noventero, hay otras como “Black Horse and the Cherry Tree” que suenan más country-folk como las Dixie Chicks o Sheryl Crow, de ahí que KT defina su estilo musical como “Pulk”, ya que según ella es una mezcla de folk con punk y pop, sonido el cual pretende mantener en su próxima producción que estará lista para septiembre, y que llevará por nombre “Drastic Fantastic”.

“Black Horse and the Cherry Tree” ocupó los primeros lugares de popularidad en los charts de la Gran Bretaña, pero fue gracias a “Suddenly I See” que KT Tunstall cobró fama en nuestro continente, en especial, después de que la rola fue empleada como fondo musical al inicio de la película “El Diablo Viste de Prada”, la cual es protagonizada por Meryl Streep, Anne Hathaway y Emily Blunt; a continuación les dejo esa escena, que a mi parecer es una de las más divertidas de la película, pues muestra a la protagonista, Andy, interpretada por Anne Hathaway, toda desaliñada siendo comparada con una horda de mujeres bellísimas sumamente elegantes, mientras se preparan para ir a trabajar.

P.D. Hoy a las 10:00 p.m., en VH1 se tramitirá un programa sobre KT Tunstall, si tienen oportunidad no se lo pierdan, nos vemos hasta después de las vacaciones.