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sábado, 9 de julio de 2011

DAMIR DOMA SPRING/SUMMER 2012

DAMIR DOMA SPRING/SUMMER 2012





Una imagen vale más que mil palabras y yo simplemente amo la nueva imagen que propone Damir Doma.


Soy yo o algo en la propuesta de Doma me recuerda a los Jedi




…Amé esas sandalias.










lunes, 28 de septiembre de 2009

FORD: UN HOMBRE SOLTERO EN VENECIA

FORD: UN HOMBRE SOLTERO EN VENECIA

Algunos podrán pensar que no hay una gran diferencia entre una pasarela y la alfombra roja, ambas son escaparates de la moda y del nivel más sofisticado y pretencioso del glamour, sin embargo, sí hay una gran diferencia entre ser el diseñador, quien funge como el punto de partida de un desfile de modas, a un desfilante más en una alfombra roja, situación que por el momento experimenta el diseñador y ahora director de cine, Tom Ford, que durante la pasada edición del Festival de Cine de Venecia presentó su opera prima: A SINGLE MAN.

Protagonizada por Colin Firth, Matthew Goode y Julianne Moore, la trama del filme, adaptada de una novela del escritor británico Christopher Isherwood, cuenta un día en la vida de un profesor homosexual, que tras la muerte de su pareja por más de dieciséis años, se plantea la posibilidad de morir.

Ford, quien en alguna época fuera el diseñador más importante del mundo, o al menos uno de los consentidos, gracias a este nuevo trabajo vuelve alcanzar las mieles del éxito, pues su cinta fue premiada con el León Gay 2009, que otorga la Mostra de Venecia, además de que fue seleccionada para competir por la máxima presea del festival, el León de Oro, y que su protagonista, Colin Firth, recibió la Copa Volpi por su actuación.

No obstante de la temática de la historia, Ford asegura que su película no trata sobre ser gay, sino que debe ser vista más allá de las preferencias sexuales de sus personajes principales, que a fin de cuentas son sólo seres humanos con los mismos temores y sentimientos que puede tener cualquier otra persona; para Ford, su filme “es un poema sobre un hombre que cree que está en el último día de su vida”, asimismo señaló la razón por la cual dejo de lado la moda para optar por las cámaras y los foros: “…diseñar es algo efímero... esto es pura expresión…”.

Tras ver el trailer en you tube, la cinta me dejó de sobremanera intrigado y deseoso de verla lo antes posible –aunque no creo que eso ocurra muy pronto, pues hasta hace poco consiguió una distribuidora que anunció una exhibición bastante limitada–, la razón, en principió, fue la fotografía y la estética del filme, algo misteriosa y obscura, pero atractiva y cargada de estilo, como los trajes que el mismo Ford diseñara para YSL; la segunda razón por la cual quiero verla son, obviamente, Matthew Goode (que luce espectacular), la Moore que se ve bellísima y cuya actuación siempre es garantía de calidad, y por supuesto, Colin Firth, que de una u otra forma siempre logra embelesarme con su trabajo, como en la película “La joven con el arete de perla”.

No sobra decir que otro elemento que resulta atractivo es el diseño de vestuario, que la verdad luce impecable, y bueno, raro hubiera sido si no, más cuando el director fue la cabeza de YSL y Gucci; en este caso, el vestuario fue encargado a Arianne Phillips, mejor conocida como estilista de Madonna.

No sé si la carrera de Tom Ford como director vaya a ser igual de duradera que su carrera como diseñador, pero al menos espero que no cometa los mismos errores que cuando era el consentido de VOGUE, y que el éxito no se le suba a la cabeza y nuble su buen gusto.

Aquí les dejo el trailer de A SINGLE MAN, no dejen de verlo, sé que les va a encantar:


jueves, 2 de julio de 2009

VALENTINO: THE LAST EMPEROR

VALENTINO: THE LAST EMPEROR Porque antes de existir una Lagerfeld o un Marc Jacobs, ya existía un Emperador llamado Valentino.



...I love beauty, It's not my fault.


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miércoles, 24 de junio de 2009

BAZ LUHRMANN TIENE UN «JE NE SAIS QUOI»

BAZ LUHRMANN TIENE UN «JE NE SAIS QUOI»
El domingo me moría del aburrimiento, así que decidí darme una vuelta en el centro comercial para ver los nuevos dvd’s en Mixup, haciendo una previa parada en la Ghandi para encargar un libro; tras un rato viendo los anaqueles en la citada tienda de discos, finalmente compré, por la módica cantidad de noventa y nueve pesos, “A merced del odio”, un pelicula protagonizada por mi adorada Bette Davis; aún era temprano y falta bastante tiempo para que en mi casa la comida estuviera lista, así que decidí entrar al Sanborns que queda justo frete al Mixup, para perder el tiempo dando una ojeada a las revistas.

Al llegar a la sección de moda, hubo una publicación que llamó enormemente mi atención, era la Vanity Fair del mes de abril -que obviamente no había sido vendida- y que en su portada mostraba a una sensual Penélope Cruz tendida a los pies de su mentor, el fantástico Pedro Almodovar; como fiel fanático del director Manchego me apure a comprar la revista en comento, sin prestar atención al resto del material de tiraje más reciente.

Al llegar a mi casa comencé a leer las entrevistas realizadas a Pedro, Penélope y parte del reparto del elenco de “Los Abrazos Rotos”, la mas reciente película de Almodovar; al terminar de leer esto, empecé a pasar las paginas de la Vanity, hasta que la fotografía de la página 135 cautivo por completo mi curiosidad: tomada por Annie Leibovitz, la imagen en cuestión muestra a Nicole Kidman vestida con un bellísimo abrigo negro del diseñador italiano Giambattista Valliy, en ella luce imponente y fría como el mármol, y magnánima cual reina que es; junto a ella está una figura, que al menos para mi, resultaba todavía más cautivadora, el director australiano Baz Luhrmann, con una camisa y una corbata de Ermenegildo Zegna y un elegantísimo traje de Dior Homme (…porque Dior nos hace, y Dior nos viste), acariciado levemente con su mano el rostro de la rubia, mientras admira el porte de su musa.

De figura delgada, con el semblante de un atractivo hombre maduro, de cabellos plateados, con la blanquísima tonalidad de su piel, y una mirada severa, crítica y aún más gélida que la de Kidman, Luhrmann tiene "un yo no sé qué", que me hipnotizó de una manera sumamente placentera. En aquel instante, pedí un deseo olvidándome de todo lo demás que he podido anhelar en mí vida: llegar a la edad que tiene Baz Luhrmann (46 años) y verme aunque sea una décima parte de lo bien que luce ese elegante hombre australiano.

lunes, 2 de febrero de 2009

MISS DIOR CHÉRIE Y SOFIA COPPOLA, O EL DULCE ENCANTO DE LA JUVENTUD

MISS DIOR CHÉRIE Y SOFIA COPPOLA, O EL DULCE ENCANTO DE LA JUVENTUD
Miss Dior Chérie es un fragancia fresca y juvenil, quizás la menos glamorosa y sofisticada de la Casa Dior, si se compara por ejemplo con el J'adore, que en una mujer madura resulta ideal, pero que en una jovencita la hará oler a “señora” (y eso lo tengo plenamente comprobado con una amiga que lo recibió de regalo de su novio, a penas tiene 23, y en mi opinión huele a señora); pero volviendo al tema, Sofía Coppola ha sido elegida por la compañía para dirigir la nueva publicidad del perfume en cuestión; el comercial de Sofia refleja las características de jovialidad, frescura y marcada feminidad que posee el perfume, agregándole además un toque muy parisino, propio de Dior, uno de los grandes pilares de la moda en Francia.

Como era de esperarse, el video para Miss Dior Chérie de Sofia esta en la misma línea que su primera y última películas, The Virgin Suicides y Marie Antoinette, respectivamente, es decir, abundan los colores pastel en una iluminación diáfana, la fotografía es suave y de líneas tenues, el vestuario es totalmente sencillo pero femenino, y las locaciones vuelven a ser naturales, en síntesis, nuevamente el trabajo de Sofía resulta un agasajo para la vista, y al mismo tiempo un innecesario empacho para el cerebro; lo que me preocupa un poco como fan declarado de la directora, es ver que en éste, su último trabajo, más que la consagración de un estilo propio de cineasta consumado, como lo tienen Burton con la oscuridad y los personajes extraños, o Almodóvar con las historias irreverentes y los personajes provocadores –tan sólo por mencionar algunas características de ambos–, es que hay una especie de estancamiento en la personalidad de su obra, una repetición de la formula ya comprobada, que aunque resulta agradable a muchos (como yo), a la vez despierta las férreas criticas en su detractores; pero quizás haya sido por esa formula probada que la Casa Dior precisamente la eligió, al saber de antemano qué clase de imagen le podría dar a su perfume, y partiendo de este punto, puede suponerse que Sofía se limito a hacer lo que ya sabe hacer (aunque como siempre de una manera encantadora); afortunadamente, otros trabajos de Sofía, como Lost In Translation, o incluso el video dirigido para “I Just Don't Know What to Do With Myself”, rola de The White Stripes, el cual fuera protagonizado por una sensual y saludable Kate Moss, simulando ser una stripper, con todo y tubo de por medio, nos demuestran que Sofía es una directora con más de un “As bajo la manga”.


Algo que nuevamente hay que aplaudirle a Sofía es su buen tino para la elección musical, lógicamente derivado de su excelente gusto en este rubro y su gran bagaje cultural; en esta ocasión la directora no se fue por lo que bien sería una elección obvia en ella, al poder recurrir a alguno de sus amigos como Air, Dustin O'Halloran, o alguna banda poco conocida pero particularmente buena como The Radio Dept., o una de “culto” en vías de reencuentro como My Bloody Valentine; sino que por el contrario, Sofía Coppola selecciona un tema interpretado por Brigitte Bardot, la reina de los sueños húmedos de cientos de adolescentes, bueno, de muchos hombres en general, durante la década de los sesentas; “Moi Je Joue” es la melodía interpretada por la ahora defensora de los derechos de los animales, que amalgamada con la belleza de Maryna Linchuk, la modelo que protagoniza el comercial, las hermosas locaciones en el río Sena, los Champs Elysees, la “Place de la Concorde” y otros sitios de Paris, junto a la brillante dirección de Sofia, hacen que se olvide por completo las carencias interpretativas de la Bardot, y por el contrario, su voz parezca linda y carismática.

En resumen, el nuevo comercial dirigido por Sofia Coppola para Miss Dior Chérie es muy juvenil, muy radiante, muy chic, muy femenino, muy francés, todo lo que podríamos esperar de esta directora -y que a los fans en especial nos encanta-, y todo lo que una chica puede espera de su perfume.


Miss Dior Chérie por Sofia Coppola


(Versión Extendida)




martes, 3 de junio de 2008

LA INMORTAL ELEGANCIA DE YVES SAINT LAURENT

LA INMORTAL ELEGANCIA DE YVES SAINT LAURENT
La mañana de ayer me levanté con la penosa noticia de la muerte de YVES SAINT LAURENT, diseñador francés al que desde adolescente he profesado discreta admiración, de ahí que la reseña de su deceso me haya generado sentimientos de melancolía y tristeza a lo largo del día.

Definitivamente no soy una persona conocedora de la moda o docta en temas y menesteres relacionados con ella, lo cual no significa que no me interese o me desagrade (aunque ciertamente hay bastantes cosas en esa industria con las que jamás podré estar de acuerdo), sin embargo, como amante de la historia y la cultura en general, la genialidad de Yves Saint Laurent es digna de ser reconocida, admirada y respetada, por lo que desde que vi un documental sobre su vida, Yves se convirtió para mi en un guru espiritual al cual reverenciar.

Con tan sólo dieciséis años de edad, tras ganar un concurso gracias al diseño de un vestido de cocktail, Saint Laurent vio en la ropa el lienzo adecuado para trazar su obra, obra que sin saberlo estaba destinada a trascender más allá de lo superfluo y banal para romper todo tipo de esquemas, imponer nuevas reglas de conducta y ampliar los parámetros en que la sociedad debía ver a la mujer, de ahí que su trabajo lo instituyera como uno de los artistas más influyentes del Siglo XX.

Ya con los dieciocho años cumplidos, Yves ocupó el puesto que Christian Dior había dejado en su compañía luego de fallecer, este nombramiento representó para el diseñador el ascenso al trono de la moda francesa; más el gusto tan solo duro dos años, pues al llegar a la mayoría de edad se vio obligado a abandonar el puesto para realizar su servicio militar. Una vez cumplida la obligación para con su patria, Saint Laurent intentó recuperar su trabajo, pero la Casa Dior ya lo había reemplazado con un diseñador de menor talento.

El despido de la Casa Dior en lugar de perjudicarle le reparó un benefició enorme, pues después de un inevitable proceso judicial, Yves Saint Laurent fue indemnizado con una cuantiosa suma que le permitió abrir su propia casa de modas, crear su sello Rive Gauche y lanzar su primera colección en 1962, la cual se transformó inmediatamente en un éxito, el cual se mantuvo incólume hasta el 2002, año en que decidió retirase de las pasarelas, no tanto por su enfermedad como muchos aseguran, sino porque la industria de la moda ya no le evocaba nada grato.
Yves Saint Laurent fue parte de una época en que la industria de la moda era algo más que ganancias descomunales, modelos anoréxicas y soberbias, consumidores incultos, superficiales y fácilmente impresionables; una época en que la moda era el instrumento adecuado para hacer declaraciones políticas y manifiestos de libertad

Saint Laurent fue un feminista en toda la extensión de la palabra, tan feminista como Simone de Beauvoir, con la diferencia de que él no entregó a la sociedad tratados sobre la liberación femenina, ni promovió el voto para la mujer u organizó quema de sostenes, la labor de Yves fue más compleja y por lo tanto menos evidente, ya que su regalo para las mujeres del siglo XX fue mostrarles una nueva manera de ver la vida a través de la ropa; Saint Laurent las liberó de las ataduras de los corsets y los vestidos que las convirtieran en meros objetos sexuales, o bien las redujeran a simples muñecas decorativas; él las dotó de sacos y pantalones monocromáticos ajustados a su figura, para con ello declararle al mundo y dejar constancia de que las mujeres eran iguales a los hombres.

Aunque de generaciones muy disímiles, Saint Laurent junto con Christian Dior y Gabrielle Chanel formaron la santísima trinidad de la moda francesa, más cada uno creo y defendió una imagen muy distinta sobre lo que debía ser la mujer moderna: la mujer creada por Chanel es un ser independiente, elegante e inteligente, pero seductor y atractivo; mientras que la concebida por Dior es femenina, delicada, coqueta y refinada, pero a pesar de todo, conservadora y dispuesta a conseguir un hombre; en cambio las chicas idealizadas por Saint Laurent son poderosas y libres, seguras de sí mismas, dispuestas a decir no al matrimonio y si a la libre convivencia. Yves vistió a las intelectuales con chaquetas de cuero, cuellos de tortuga y largas botas ajustadas; a las rebeldes con negros smokings ceñidos a sus cuerpos; a las señoritas de sociedad amantes de los Beatles, Janis Joplin y la mota las convirtió en pinturas de Warhol y Mondrian; y en general, a todas las vistió con la libertad que da la elegancia y el buen gusto.
LA OBRA DE YVES SAINT LAURENT:

martes, 15 de abril de 2008

WHO SAYS WOMEN AREN’T FUNNY?

WHO SAYS WOMEN AREN’T FUNNY?
La “VANITY FAIR” definitivamente no es una de mis revistas de cabecera (ni hablar de la edición mexicana que carece de la calidad de la versión original publicada en E.U.A.), aunque la verdad a veces me detengo a darle una leidita o admirar las maravillosas portadas y fotografías interiores de ésta publicación, y otras parecidas como la “VOGUE” y la “HARPER'S BAZAR”, en los puestos de revistas, pues suelen contratar a los mejores fotógrafos del mundo o incluso tener las mejores “plumas”, como en el caso de la Harper’s que ha tenido entre sus filas a escritores de la talla de Truman Capote.

Pero volviendo al tema, la Vanity no es una de las revistas que acostumbro leer, sin embargo no pude resistir la tentación de gastar los casi noventa pesos que cuesta en México la edición norteamericana de esta revista, pues en su portada de abril muestra a tres de las grandes musas de la comedia en Estados Unidos: Sarah Silverman, Tina Fey y Amy Poehler.

La razón fue muy sencilla, bajo el título “Who says women aren’t funny?”, la Vanity dedica, además de su portada, un interesante artículo a las mejores comediantes del momento en E.U.A., doce mujeres que no sólo destacan por su sentido del humor sino por su gran inteligencia (aunque en algunos casos no lo parezca); a pesar de que el artículo por si sólo era más que suficiente para comprar la revista, el principal atractivo para agregarla a mi colección fue el fabuloso set fotográfico tomado por la últimamente en extremo popular Annie Leibovitz, mejor conocida por su trabajo para la “VOGUE” (ella fue la encargada de fotografiar a Kirsten Dunst en Versalles, para el artículo que esta revista dedicó al vestuario de la película “Maria Antonieta”).

Leibovitz aprovecha el sarcasmo y el humor acido que distingue a esas doce mujeres para caracterizarlas como alguna de las “cabezas huecas” más escandalosas del medio del espectáculo en Estados Unidos, como Paris Hilton, Britney Spears, Lindsay Lohan e inclusive Amy Winehouse (cuyo único pecado es ser drogadicta). Las comediantes aparecen en las poses más decadentes y características de esas problemáticas chicas: ya sea fumando mientras están embarazas, viendo los últimos mensajes en sus iPhones, o cargando a sus perritos mientras son arrestadas por conducir ebrias o drogadas.

En mi opinión, quien más se destaca del set fotografico es Sarah Silverman, quien disfrazada como Amy Winehouse logra robarse la fotografía en donde también aparecen Sandra Bernhard y Chelsea Handler; y es que la verdad cualquiera podría jurar que Silverman es en realidad Amy, ya que el parecido entre amabas es enorme. El único problema que le veo al artículo de la Vanity, es que haya dejado fuera a tres mujeres que han hecho reír a los fieles seguidores del programa "Saturday Night Live", me refiero a las brillantes comediantes Cheri Oteri, Rachel Dratch y a mi favorita, Molly Shannon (quien hiciera el papel de la adorablemente hipócrita “tía Victoria” en “Maria Antonieta”, dirigida por Sofía Coppola), pero en fin, no se puede dar gusto a todos.

Si no les "duele el codo" o les sobra un poco de dinerillo, no duden en comprar la “Vanity Fair” de abril, pues les aseguro que no se atreverán a decir que no es divertida… e interesante.

OTRA DE LAS FOTOS QUE INTEGRARON EL SET

AMY POEHLER, SOSTENIENDO EL ANIMAL
TINA FEY Y SARAH SILVERMAN MOSTRANDO SU COMICA PECHONALIDAD

CHELSEA HANDLER, FELIZ DE SER DECADENTE

SANDRA BERNHARD CON AMY... DIGO, CON SARAH


LAS COMEDIANTES POSANDO CON ANNIE LEIBOVITZ

lunes, 4 de febrero de 2008

EL DIABLO VISTE DE PRADA (Primera Parte)


EL DIABLO VISTE DE PRADA O LA NECESIDAD DE CONSEGUIR UN TRABAJO MEJOR SIN PERDER EL ESTILO
Primera
Parte

“La insistente voz de Miranda Priestly persigue a Andrea hasta en sueños: «¿An-dre-aaa?, ¡An-dre-aaa!». ¿Es este el trabajo con el que soñaba al salir de la universidad? ¿Es este el trabajo por el cual tiene que estar agradecida y sentirse tan afortunada? Sí, es la nueva asistente personal de Miranda, la legendaria editora de la revista femenina más glamourosa de Nueva York. Ella dicta la moda en el mundo entero, millones de lectoras siguen sus recomendaciones. Sus empleados y colaboradores la consideran un genio. Los grandes creadores la temen. Todos, sin excepción, la veneran. Todos, menos Andrea, que no se deja engañar por este escaparate de diseño y frivolidad tras el que se agazapa un diablo que viste un traje de chaqueta Prada (exclusivo, por supuesto), calza unos Manolo Blahnik y siempre luce un pañuelo blanco de Hermès.”.


Una película que consigue ponerme de excelente humor siempre que la veo es “The Devil Wears Prada”, dirigida por David Frankel, probablemente sea porque no es una película profunda y complicada, sino todo lo contrario, resulta un comedia fácilmente digerible, que si bien trasciende más allá de lo que se podría definir como una “película dominguera” para convertirse en una película entrañable, tampoco llega a considerarse una obra maestra o una renovación del genero.

Basada en la vendidísima novela de la norteamericana Lauren Weisberger, el encanto de “The Devil Wears Prada” radica en sus personajes protagónicos: Andrea Sachs, interpretado por Anne Hathaway, y Miranda Priestly, magistralmente encarnado por Meryl Streep, así como los personajes de soporte Emily y Nigel, interpretados por Emily Blunt y Stanley Tucci respectivamente.

Como espectador, el personaje con quien me resulta más fácil conectarme es Andrea, pues por principio es una chica normal que como muchos jóvenes de su edad se ve tratando de sobrevivir en el mundo de los adultos con un título universitario pero sin trabajo. Aunque con mucho intelecto, la juventud y poca experiencia de Andy le brindan pocas oportunidades para salir adelante, pero de pronto aparece frente a sus narices el trabajo por el que millones de chicas en el mundo matarían: trabajar como asistente de Miranda Priestly, la legendaria editora de la revista “Runway”, la publicación de modas más importante del orbe; trabajar para ella durante un año le permitiría a Andrea obtener el trabajo de periodista que tanto ha deseado.

La historia comienza con la llegada de Andy a las imponentes oficinas de Elias Clarke, compañía editorial de la que forma parte “Runway”, para entrevistarse con Miranda, quien acaba de despedir a la última de una serie de asistentes que a sus ojos ha sido una más de una cadena de decepciones; si bien la entrevista resulta ser una completo desastre, Miranda decide contratarla, ya que aunque según ella Andy es una chica “…desaliñada y gorda…” (cuando en realidad sea talla 6), su impresionante currículum y sus ganas de aprender la incitan a probar con una asistente distinta de las que generalmente contrata: “chicas a la moda, delgadas, por su puesto, que veneran la revista… y estupidas”.

Sin embargo, Andy no sabe que, literalmente, su jefa es en realidad el mismísimo Satanás, claro, elegante y a la moda, pero de igual forma demoníaco. Miranda es una de esas villanas que terminas amando, no sólo por que es malvada, sino porque es inteligente, cada uno de sus actos esta regido por la razón y no por sus sentimientos, es fría y calculadora, la clase de persona que odias pero de la que te encantaría conseguir su aprobación.

La vida de Andrea dará un giro de trescientos sesenta grados a partir del primer día que empieza a trabajar para “Runway”, pues entre Miranda y Emily se encargaran de hacerla sufrir, la primera solicitándole las tareas más disparatadas y psicoticas que van más allá de una simple taza de café o contestar el teléfono, pues entre sus funciones están recoger la ropa de la tintorería, preparar su comida, hacer sus compras personales, hacer la tarea de sus hijas, aprender los nombres de todos los invitados de una fiesta para que le ayude a recordarle quienes son estos y hasta conseguir el manuscrito no publicado del último tomo de Harry Potter. Para colmo, Emily no la ayuda para nada, al contrario, se burla de ella cada que hay oportunidad y le asigna aun más tareas de las que ya tiene.

En un inicio, Andy lucha por mantener firmes sus ideales y sus metas, no se deja engañar fácilmente por el escaparate de glamour y belleza que representan las “chicas Runway” (modelos, editoras, fotógrafas y demás colaboradoras de la revista que siempre usan tacones altos) y la bruja que tiene como jefa, sin embargo el mundo de la moda y el jet set neoyorquino terminaran seduciéndola, a tal grado que con el paso del tiempo y un poco de la ayuda de Nigel, el brazo fuerte de Miranda y segundo al mando de “Runway”, quien se convierte en una especie de hada madrina para Andy, ésta conseguirá adaptarse a su nuevo trabajo e inclusive llegar a talla cuatro y convertirse en una mujer sofisticada y la moda, entregándose por completo a su labor como asistente de Miranda mientras su vida personal se desmorona.

La película es graciosa, y aunque si bien no consigue sacar carcajadas, si deja una sonrisa en los labios de quien la ve; el problema con “The Devil Wears Prada” es el discurso moral que hay detrás de ella, un discurso que al final no resulta nada creíble, por un lado el filme de Frankel pretende hacer una critica fuerte al mundo de la moda a través de la sátira, objetivo que se pierde por completo cuando el director también pretende honrar este universo fashion que genera miles de millones de dólares y euros al año, por lo que al final la película no resulta ser tan critica; por otro lado, llega un momento casi al final de la película que ésta se torna forzada y un poco desconectada, probablemente porque al director se le acababa el tiempo para llegar al desenlace y busca desesperadamente una forma sencilla de llegar al final, esto sucede cuando los amigos y el novio de Andy cuestionan su cambio de imagen y su exagerada entrega al trabajo, discurso moralino que tampoco resulta nada creíble, ya que en pocas escenas y de una forma muy desafortunada, la guionista pretende plantear un problema que requería un poco más de tiempo o por lo menos una forma más ingeniosa de resolverlo.

El punto afortunado del guión de Aline Brosh McKeena, encargada de adaptar la novela de Lauren Weisberger, es el discurso que ofrece sobre la relación jefe-empleado, el cual no es capaza de desarrollar la Weisberger en su novela, ya que mientras que en la película se explica de manera clara y concisa cómo Andy desea conseguir la aprobación de su jefa, con todo y que ésta es una perra, y en el camino logra superarse, aprender de sus errores y tomar lo mejor de Miranda para ella misma, en la novela la escritora desahoga las frustraciones, traumas y resentimientos adquiridos de su experiencia como empleada de Anna Wintour, la mítica editora de la revista Vogue, contándonos una historia muy personal, casi biográfica, que en este aspecto resulta un poco subjetiva, por lo que no muestra al lector las dos caras de la moneda como si lo hace la película, es decir, lo bueno y lo malo que puede tener un superior jerárquico.

Los que hemos tenido un jefe, por más gruñón y déspota que éste sea, no podemos negar que aunque lo odiemos siempre buscamos obtener una gracia de él, demostrarle que estamos a su altura y lo profesionales que somos, y al final, querámoslo o no, terminamos aprendiendo, para bien o para mal, de él, e inclusive adaptamos algo de su personalidad a la nuestra, como la ocurre a Emily y Andrea con Miranda. Mientras que en el libro Miranda Priestly es una bruja de principio a fin de la novela sin razón alguna, en la película la maldad de la villana tiene una razón de ser que la hace más verosímil, esto queda patente con la reivindicación que se hace al final de la cinta del personaje que interpreta Meryl Streep, cuando Miranda ayuda a Andrea a conseguir trabajo y le dedica un pequeña sonrisa desde su automóvil sin que Andy la vea, lo anterior nos explica de manera inteligente que Miranda no es mala nada más por que sí, es mala porque las circunstancias de su vida, sus responsabilidades y el estrés la obligan a ser de esa forma, Miranda es un mujer profesional luchando en un mundo dispuesto a tragarla si se deja, y la única manera de enfrentarlo es siendo mala, aunque la verdad, a ella le encanta ser una maldita.

Pero a final de cuentas la película termina siendo estupenda, graciosa y divertida, digna de verse una y otra vez, al menos yo la veo siempre que me siento deprimido o cuando mi superior jerárquico me reprende; desde que ví “El Diablo Viste de Prada”, ésta se ha convertido en una de mis películas favorita.

Diez datos curiosos sobre “The Devil Wears Prada”:

1.- Carlos Dengler, bajista de INTERPOL, colaboró con algunos demos para la banda sonora de la película, sin embargo, finalemnte fue Theodore Shapiro el encargado de componer la música original del filme.

2.- Aunque Lauren Weisberger lo niegue, “The Devil Wears Prada” esta basada en sus anécdotas como asistente de Anna Wintour, la déspota pero brillante editora de la revista Vogue en su edición norteamericana, una de las figuras mas temidas del mundo de la moda (Mas datos en la próxima entrega).

3.- El vestuario quedó a cargo de Patricia Field, la misma que vistiera a Sara Jessica Parker y compañía para la serie “Sex and the City”; Field obtuvo una merecida nominación al oscar por su trabajo, sin embargo y aunque la película girara alrededor de la ropa, lo perdió frente al imponente vestuario de “Marie Antoinette” diseñado por Milena Canonero, yo sin duda también hubiera votado por Milena, y si no me creen he aquí una muestra:
Patrcia Field (izquierda), Milena Canonero (derecha) y el vestuario ganador (abajo)

4.- En un inicio se tenia planeado que el entrañable personaje de Miranda Prestly lo encarnara Helen Mirren y no Meryl Streep, afortunadamente, para nosotros eso no fue así, ya que aunque la primera es una excelente actriz, Streep levanta una película que pudo haber quedado como un episodio más de “Sex and the City”; la magistral actuación de Meryl Streep, que se convierte en la columna vertebral de la cita y en toda una cátedra de actuación, le valió un Golden Globe y una nominación al Oscar, la cual curiosamente perdió frente a Helen Mirren, quien interpretara a la Reina Isabel II de Inglaterra en la película “The Queen”.

5.- Giselle Bundchen aceptó trabajar en la cinta cuando le ofrecieron el personaje de Serena, una ex-asistente de Miranda y la mejor amiga de Emily (Emily Blunt), y no el papel de una modelo como originalmente se tenia pensado.

6.- Valentino, el famoso diseñador italiano y la hermosísima modelo alemana Heidi Klum, decidieron colaborar en la película por invitación de la productora Wendy Finerman y la diseñadora Patricia Field, en la secuencia de los desfiles en la Semana de la Moda de Paris.

7.- Aunque la película se llama “El Diablo Viste de Prada”, en realidad Meryl Streep, quien hace a Miranda, casi no viste de Prada en la cinta, una de la pocas cosas que uso de esta marca fue la bolsa blanca que aparece casi al inicio, cuando Miranda llega al edificio de Elias Clarke para entrevistar a Andy.

8.- La cabellera platinada que usa Meryl Streep fue, aparentemente, una idea suya, pero en realidad dicen las malas lenguas que Anna Wintour, la mujer que inspiro el personaje de Miranda, solicitó a la producción que el personaje fuera lo menos parecido físicamente a ella.

9.- Stanley Tucci y Emily Blunt fueron los últimos actores en ser contratados, para nuestra suerte se quedaron con los personajes de Nigel y Emily, respectivamente, pero esto fue de mala suerte para Anne Hathaway, pues terminan robándole cada escena en que participan con ella, es más, Blunt se come tanto el personaje de Andy, que al final para equilibrar las cosas, de 45 cambios de vestuario que se tenían planeados para Hathaway, ésta uso mas de 65 para hacerla notar más, y por si fuera poco, en algún momento el director también pensó en la posibilidad de recortar escenas de Emily o quitarle el asentó ingles que caracteriza a su personaje y que la hace una villana muy perra, gracias a Dios que no lo hizo.
Emily Blunt, la bella asistente de Miranda

10.- “The Devil Wears Prada” no sólo es el nombre de la novela y la película, también es el nombre de una banda de metalcore norteamericana… raro ¿no?