viernes, 30 de noviembre de 2007

I PROMISE TO COMMIT NO ACTS OF VIOLENCE (PRIMERA PARTE)


I PROMISE TO COMMIT NO ACTS OF VIOLENCE
CRÓNICA DE UN FIN DE SEMANA EN LA CIUDAD DE MÉXICO PARA ASISTIR AL MANIFEST 2007

PRIMERA PARTE


Preámbulo.

Esta “historia” como toda historia debe tener un principio y un fin, el problema es que no he decidido cuales deben ser, probablemente debería comenzar a escribir y dejar que la letras simplemente fluyeran, pero la verdad no me es tan fácil hacerlo, he estado bloqueado últimamente, pero más que falta de inspiración es cansancio, un enorme cansancio, tanto mental como físico, además padezco un intenso aburrimiento debido a un enclaustramiento obligatorio del que aun soy victima, creo que estoy divagando, así que lo mejor que puedo hacer es iniciar por alguna parte, y como lo que pretendo narrar con este relato son mis experiencias del MANIFEST 2007, lo que puedo hacer en principio es contar mi llegada a la Ciudad de México; esta es la primera de las dos partes de que se compone esta crónica, donde cuento mis experiencias de aquel fantástico viaje para ver y escuchar a INTERPOL, y de paso saludar a una amiga, conocer la ciudad y fracturarme una rodilla.


CAPITULO UNO
EL ARRIBO DE UN FREAK

VIERNES 26 OCTUBRE


Planear este viaje me había llevado unas dos semanas, sin embargo, las expectativas por el mismo llevaban fraguándose en mi cabeza desde el mes de agosto en que compre mi boleto para el MANIFEST; veía en este viaje una revancha personal por no haber podido asistir a los conciertos de los Yeah Yeah Yeahs y Depeche Mode, y es que el ultimo semestre en la Universidad aunado a mi trabajo de tiempo completo en el Tribunal, me imposibilitaban viajar en la fecha en que quisiera, pero ahora todo parecía estar a mi favor, no sólo porque el MANIFEST sería un sábado, sino porque además había conseguido permiso para faltar al Tribunal aquel viernes 26 de octubre.

En principio pensé que esta aventura la llevaría acabo yo solo, sin embargo aquel fin de semana tendría la compañía de dos grandes amigos: Miriam y Abraham, a ambos los conocí cuando estaba estudiando la preparatoria gracias a un amigo en común, José Juan o Ian York como gusta que lo llamen; Abraham decidió apuntarse a mi plan de asistir al Manifest casi desde el principio, y aunque también le gusta INTERPOL y obviamente se sentía emocionado por el festival, creo que su principal motivación para hacer este viaje era deambular nuevamente por las calles de la Ciudad de México, conocer Santa Fe y saludar a Miriam, que desde hace ya varios meses (creo que ya casi un año), vivía en el Distrito Federal.

En verdad siento un gran respeto por Miriam, de la noche a la mañana decidió irse a vivir a la Ciudad de México, sin planearlo, en caliente como se dice vulgarmente, al principio me pareció una verdadera locura, pero ahora siento una gran admiración por ella, esta chica ha logrado muchos triunfos personales, el principal, adaptarse a esa desequilibrada ciudad, pero además también tiene un trabajo que la hace sentir feliz, ya que colabora con varios medios impresos importantes, como la revista “LA MOSCA”, publicación con la que nosotros habíamos crecido y donde ahora ella tiene la oportunidad de publicar.

Así que heme aquí, en la parte posterior de un taxi recorriendo la Avenida de los Insurgentes, con la timidez en el rostro y el deseo de conocer en los pies, al fin estaba en la Ciudad de México, al fin era un habitante más de aquella conglomerada metrópolis (o al menos por un fin de semana). He de reconocer que en principio la ciudad no me impacto, no me pareció nada fuera de lo común (craso error), pues ante mis ojos, Insurgentes no era mas que una avenida sucia con edificios amontonados y sombríos, atestada de sex shops y Sanborns, y es que no exagero al decir que a lo largo de la mentada avenida, casi en cada cuadra, es posible encontrar una tienda orientada al comercio de productos sexuales y un sanborns (bueno, a mi me lo pareció así).

Después de varios minutos de viaje, mi abstracción es interrumpida abruptamente por el sonido de mi celular, lo abro y encuentro un mensaje de Miriam preguntando si ya habíamos llegado a la ciudad, tras contestarle con un cordial saludo y una breve explicación de nuestro arribo, lo cierro para embelezarme con la primera mirada agradable que me muestra esta ciudad: Paseo de la Reforma, la imponente calzada de la emperatriz Carlota logra impactarme, los enormes árboles contrastando con los modernos edificios me resultan un agasajo a la vista. Suena nuevamente mi celular, es Miriam que nos invita a Abraham y a mí a desayunar, le respondo que aceptamos la invitación, la esperaremos en nuestro hotel como a eso de las diez y media de la mañana.

Luego de instalarnos en el hotel y tomar una pequeña ducha, Abraham y yo nos encontramos con Miriam, tan pronto terminaron los saludos obligatorios, salimos del hotel y comenzamos a caminar sin rumbo fijo, mientras conversábamos de un sin fin de cosas como en los viejos tiempos; tras un par de minutos descuide por completo la conversación, estaba emocionado viendo los edificios, las calzadas, la gente y sobretodo el metrobus, ja ja ja, me llamo mucho la atención aquel sistema de transporte urbano, más que por su eficiencia, por el hecho de que para los habitantes del resto de la republica, el mismo es una de las obras más polémicas del infame Andrés Manuel López Obrado, otrora Jefe de Gobierno del D.F. y excandidato a la Presidencia.

Seguimos caminado, pasamos frente al edificio de la Sala Superior del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa y luego frente al inmueble de la PROFECO, en fin, caminamos varias cuadras hasta que ya sin ánimos de continuar, optamos por desayunar en un VIPS que nos quedaba justo delante a nuestras narices. Mientras ingeríamos un apetitosos desayuno continuamos conversando, primero sobre las experiencias de Miriam en aquella ciudad, sobre los conciertos a los que había ido en aquel tiempo, sobre su trabajo y su familia, y enseguida comenzamos a hablar de los chismes y noticias de Torreón (nuestra ciudad natal), de Ian, de la Universidad, del Manifest, etc, etc.

Al concluir el desayuno, con los ánimos renovados para emprender nuevamente la marcha, decidimos acompañar a Miriam al World Trade Center donde habría de realizar una entrevista para una revista en la que escribe; así que caminamos unas tres cuadras hasta que llegamos al Poliforum Siqueiros, el cual se encuentra justo a lado del WTC; parado en aquel sitio, de pronto recordé una vieja entrevista que había leído en una revista, donde Paul Banks afirmaba que en verdad le había encantado tocar en el World Trade Center de la Ciudad de México, no sólo porque el público de aquella noche fue uno de los mejores de su carrera, sino porque le agrado el encanto y la magia que emana de aquella imponente construcción.

Por supuesto Paul ha visto edificios aun más altos y modernos en Nueva York, y sin embargo le agradaba aquella edificación rectangular coronada por una pequeña torre circular, y no se, pero estar frente al WTC me produjo una extra sensación, un pequeño enamoramiento de aquel majestuoso inmueble donde INTERPOL había tocado por primera vez en nuestro país; aquél sitio que había temblado con la música de mi banda favorita, ahora aparecía ante mis ojos como un lugar sagrado, en un instante me sentí como un peregrino llegando a la Meca, rindiendo honores a su guía espiritual; entré por sus enormes puertas de cristal ahumado tratando de guardar en mi memoria cada detalle de él, tratando de impregnarme de su aroma que en otro tiempo rodeo a INTERPOL, guardando en mi cerebro los colores y las formas que en ahí se guardan.

Mis amigos y yo lo recorrimos un buen rato, hasta que Miriam nos abandono para ir realizar la entrevista, no sin antes fijar una hora y un lugar para vernos; ya con planes trazados para pasar el resto de la tarde y la noche, Abraham y yo salimos del WTC y decidimos conocer el Poliforum, para después volver a caminar a lo largo de la Avenida de los Insurgentes.


CAPITULO DOS
EXPLORANDO LA CIUDAD
VIERNES 26 DE OCTUBRE

Eran aproximadamente las cuatro de la tarde de aquel viernes 26 de octubre, Miriam, Abraham y yo habíamos decidido tomar el metrobus para llegar al Paseo de la Reforma, así que como cualquier otro capitalino, mis amigos y yo, aguardamos un par de minutos la arribada del vehiculo en una de las tantas estaciones de Insurgentes; abordar el metrobus es una tarea un poco complicada, tan pronto llega éste la gente que lo espera se abalanza a sus puertas y empuja a quien pueda para poder entrar; ya en el interior del vehiculo el problema de espacio es el siguiente que hay que solucionar, pues generalmente siempre está atestado de personas que se niegan a compartir unos cuantos centímetros de suelo donde puedas parte, finalmente el último inconveniente es la velocidad, ya que el metrobus se desplaza con una rapidez considerable no solamente por vías rectas, sino también por curvas sumamente pronunciadas y pasos a desnivel, por lo que en innumerables ocasiones los pasajeros deben sortear los bruscos movimientos para no caer, pero al final, el aglutinamiento de personas logra detenerte y evita que tengas un duro desencuentro con el suelo.

Luego de diez o quince minutos de viaje en el metrobus, arribamos a Paseo de la Reforma, donde inmediatamente iniciamos una nueva caminata desde la fuente dedicada a Louis Pasteur, mientras lo hacemos conversamos sobre un sinfín de temas, principalmente de música, pero a la par, nos damos tiempo de admirar la serie de edificios que hay a lo largo del paseo, aquellos pequeños palacios y torres de cristal y hierro parecen construidos únicamente para engrandecer aquella calzada; me pregunto qué pensaría la emperatriz Carlota si viera en lo que se ha convertido su avenida, obviamente quedaría impactada con aquellos edificios, pero creo que en resumidas cuentas no le gustaría del todo, supongo que le molestaría ver la enorme cantidad de autos que deambulan por él, pero sobretodo, le molestarían los asquerosos campamentos de los diversos manifestantes que ahí se han instalado.

En lo personal me gusto el Paseo de la Reforma, me pareció en verdad bello, pero ahora que lo conozco, no me atrevería decir que se parece a los Campos Elíseos de Paris como muchas personas lo hacen, y aunque sólo he visto en películas o fotografías aquel paseo francés, eso me basta para darme cuenta que entre ambos hay un millón de años luz de distancia. En alguna ocasión, como mexicano orgulloso de mi nación, le dije a una de mis maestras de francés que el Paseo de la Reforma era el equivalente a los Champs Elysees de Paris, situación que causo la risa de aquella vieja maestra de origen mexicano que había pasado casi toda su vida en Neuilly, uno de los suburbios más chic de Paris, y que por azares del destino regresaba a Torreón a dar clases, ella me dijo que si en toda Europa no había nada tan bello e imponente como los Champs Elysees, mucho menos en América lo habría, y que aunque el Paseo de la Reforma tiene su encanto propio, ciertamente no tiene la elegancia y el glamour de aquel.

Caminamos mucho, no se cuanto, pero en determinado momento habíamos abandonado Reforma y estábamos a punto de llegar al Palacio de las Bellas Artes, pero primero hicimos una pequeña parada frente al monumento a la patria, donde pudimos tomar unas cuantas fotos, unas de la escultura de Benito Juárez y otras tantas de nosotros fuera de las oficinas de Relaciones Exteriores.

Aunque en Paseo de la Reforma tuve oportunidad de ver varios campamentos de manifestantes, hasta el momento no había visto ninguna de las manifestaciones que enloquecen y caracterizan la vida en el Distrito Federal, pero cual sería mi sorpresa que al llegar justo a la explanada de Bellas Artes, mis amigos y yo nos topamos con la manifestación de los cuatrocientos pueblos, en la cual sus participantes danzan desnudos para defender sus derechos. Ciertamente en televisión ya había visto ese tipo de manifestaciones, donde las personas se exhiben casi o totalmente desprovistas de ropa, pero la verdad resulta inquietante verlos en vivo y a todo color.

Aquella tarde las mujeres eran las únicas desnudas por completo, sin ningún pudor o pena alguna, varias señoras gordas de tetas colgantes repartían folletos y solicitaban cooperación a todo aquel que se los permitía, mientras unos doscientos hombres (o más), cuyas edades fluctuaban en su mayoría entre los diecisiete a sesenta años aproximadamente, bailaban casi desnudos en una calle lateral junto al Palacio, pues únicamente portaban una fotografía a especie de taparrabos con la cara del infame Senador Dante Delgado, del cual exigían la devolución de varios predios ejidales. Si bien las fotos del Senador cubrían a la perfección los órganos sexuales de esos hombres, dejaban al descubierto los morenos traseros de los campesino, de los cuales ninguno era agradable a la vista, jajajajajaja, por lo que me pareció que más que una manifestación, era una mentada de madre a un recinto tan hermosos como Bellas Artes.

Después de tomar fotografías de los manifestantes y formar parte de aquel folklore, continuamos nuestro camino, pero ahora platicábamos principalmente de política: de la corrupción, de las elecciones, de los manifestantes, del Peje, del Felipe gobernando México, etc. Caminamos un poco, detrás había quedado el edificio del Banco de México y la Casas de los Azulejos, la cual alberga el primer Sanborns, para quedar delante de nosotros el Centro Histórico en su máxima expresión.

Recorrimos lentamente aquellas calles antes de llegar al Zócalo, pero una vez ahí, corrimos a él tan veloz como los carros nos lo permitieron. La también llamada Plaza de la Constitución no es tan imponente y magnánima como luce en la televisión, aunque es grande, tampoco es enorme ni nada fuera de lo común como siempre aparece en los noticieros, ciertamente luce bella flanqueada por la Catedral Metropolitana, el Edificio de Gobierno del Distrito Federal, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Palacio Presidencial, pero por si sola no es nada, ni con toda la historia y los momentos importantes que en ella se han vivido.

En el Zócalo nos topamos con otra manifestación, pero también vimos como hacían el cambio de guardia en la Presidencia, algo que no me agrado mucho, pues me recordó mis horribles días en el Servicio Militar; después caminamos por un lado del Palacio, justo por la calle que hace un par de semana estaba completamente invadida por los vendedores ambulantes, pero ahora lucia limpia y pacifica, la armonía del lugar era completada con el mágico sonido de una organillera que interpretaba una melodía que supuse era "Plenilunio", si he de ser sincero, no pude evitar quedar extasiado con ese chillante sonido, por lo que mientras Miriam compraba unos clásicos tacos de canasta, yo decidí cruzar la calle para dejar un par de monedas, a manera de agradecimiento, a la chica de uniforme caqui que sublimemente tocaba aquel instrumento.

Rodeamos el Palacio Presidencial mientras Miriam degustaba sus tacos, recorrimos la serie de locales y tienditas que hay en esa zona para finalmente salir por la calle de Pino Suárez, donde se encuentra la Suprema Corte, momento que aproveche para tomarme la foto obligada del recuerdo en el máximo tribunal del país. Ya un poco casados decidimos sentarnos en una jardinera, donde permanecimos tranquilos escuchado a otro organillero que interpretaba la Vikina, más con la aparición del aburrimiento y la molesta llegada de vendedores ambulantes, de los comúnmente son llamados “toreros”, preferimos abandonar el sitio.

Sin planes fijos, Miriam propuso ir a una función de Lucha Libre en la Arena México y Abraham planteó la idea de ir a cenar en algún restaurante de la Condesa, o Condechi como la llaman de manera peyorativa; la verdad el plan de Miriam no me atraía, y es que a pesar de que me agradaba la idea de conocer la legendaria “Arena México”, no quería pasar la noche de ese viernes haciendo algo que igualmente podía hacer en Torreón, por lo que opte apoyar el plan de mi amigo.

Aunque les externe mi intención de tomar un taxi, Miriam y Abraham me convencieron de tomar el metro, era innegable que no quería hacerlo, me daba un poco de temor, pero lograron persuadirme diciéndome que era una experiencia necesaria para sentirme como cualquier otro capitalino, así que decidí hacerles caso y abordardarlo. Como buenos ciudadanos hicimos fila para comprar los boletos, pero un tipo loco se metió de manera brusca en ella, por lo que Miriam comenzó a hacerle pleito, afortunadamente la situación no paso a mayores, pero mi amiga quedo muy ofuscada con la pelea.

El ambiente en el metro fue tal y como me lo imaginaba: deprimente y tenebroso, la gente camina rápido en un clima húmedo y de aires viciados por el calor, las paredes están sucias y los pisos amarillentos a pesar de haber empleados que los limpian; abordar el metro es el doble de difícil que tomar el metrobus, además huele mal y comienzas a sudar horrible, en verdad no me gusto, pero lo cierto es que en él llegas rápidamente a tu destino y de forma económica.

Tras circular un rato por la línea rosa del metro, acabamos por regresar al exterior, donde respirar el aire lleno de contaminación, me era más tranquilizante que continuar inhalando los hedores subterráneos. Salimos por una estación rodeada de puestos ambulantes, parecía una romería, todo lucia muy sucio y desprolijo, no entendía como la gente podía detenerse a comprar en aquellos puestesitos, sin embargo, a lo lejos el panorama era distinto, brillante y retadora se erguía frente a nuestros ojos la espléndida Torre Mayor, el edificio más alto de Latinoamérica, ahora si me quedaba claro el porque André Bretón y Carlos Fuentes denominaron a la Ciudad de México como el lugar más surrealista del mundo, pues la verdad, es difícil comprender como un mismo territorio puede albergar lugares tan pobres y desolados, cohabitando con zonas tan exclusivas y elegantes, con obras tan modernas como la Torre Mayor.

Dimos unos cuantos pasos y tomamos un típico taxi verde, acto que molesto un poco Abraham que prefería los rojos por ser más amplios y cómodos. Veinte minutos más tarde llegamos a la Condesa, ya era de noche y teníamos hambre, así que elegimos un restaurante de comida mexicana que nos quedaba cerca. La comida era buena y el ambiente agradable, había un tipo tocando el acordeón amenamente, al cual decidimos darle una propina porque una de la piezas que interpretó fue “Apolonia”, tema música de “El Padrino” que a los tres nos gustaba.

Antes de abandonar el local tuvimos otro altercado, ahora con el mesero quien nos cobraba más de lo que habíamos ingerido, por lo cual solicitamos que rectificara la cuenta, cuestión que aunque molesto al individuo tuvo que aceptar, sin embargo se portó bastante grosero y petulante, Miriam dijo que así era en esa ciudad, todo el mundo quiere sacar provecho, la mayoría son unos gandayas; ciertamente en la Ciudad de México hay mucha gente desagradable, probablemente sea por los problemas propios de una ciudad grande, pero a fin de cuentas personas funestas las encuentras en todo el mundo, en conclusión creo que la gente joven del Distrito Federal, la nuevas generaciones son muy agradables, educadas, simpáticas y alegres, muy distintas de la gente mayor que son groseras y malhumoradas (obviamente no todos), y esta hipótesis me quedaría patente al siguiente día durante el Manifest (pero de eso ya platicaré más adelante).

Abandonamos el restaurante, y como a lo largo de ese viernes otra vez comenzamos a caminar, no recuerdo cuanto pero fue mucho; ya un poco cansados optamos por ingresar al Centro Cultural España, donde nos pasamos las horas hojeando libros y conversando, así que el tiempo se nos fue en un suspiro y sin previo aviso nos llegó la media noche; a pesar de que aun no tenía ánimos de regresar al hotel, propuse irnos a tratar de conciliar el sueño, pues el día siguiente sería muy agitado, más esta propuesta quedo suspendida en el aire hasta que prácticamente nos corrieron del lugar, como a la una de la madrugada.

En el exterior, el aire era gélido pero sorpresivamente revitalizante, como un preámbulo de lo que habría de ocurrir dentro de unas cuantas horas en Santa Fe; caminamos un poco por aquellas oscuras calles de la Condesa, con frió y un poco de temor, hasta encontrar una tienda abierta donde compramos unas botellas de agua y hojeamos un par de revistas, una de la cuales nos llamó la atención por tener una foto de Miriam durante su asistencia al Festival Internacional de Cine Expresión en Corto, realizado en Guanajuato; tras salir de la tienda, al fin, decidimos tomar un taxi que estaba estacionado junto a un puesto de flores que nos quedaba enfrente.

Luego de indicarle nuestro destino, emprendimos el viaje hasta la Colonia del Valle, donde vive Miriam, al llegar nos despedimos de ella con un beso y una abrazo, prometiéndole verla al día siguiente en el Bar Covadonga, lugar donde habría de realizarse el After Party del Manifest, sin embargo, Dios me tenia preparados otros planes que ni me imaginaba para el día siguiente. Acto seeguido, Abraham y yo continuamos nuestra travesía en aquel taxi hasta nuestro hotel ubicado en Insurgentes. Con el pasar de los minutos, ooco a poco quedaba nuevamente embelezado con aquella bella ciudad, que ahora, en plena madrugada, me mostraba su mejor cara, una cara sonriente e iluminada en las tinieblas; cruzamos una vez más frente al World Trade Center, y mi corazón volvio a palpitar al imaginar a INTERPOL tocando en aquel sitio, creo que una sonrisa se dibujó en mis labios en ese instante; en unas horas más estaría en Sante Fe, finalmente el deseo que se había transformado en rumor, para convertirse en una versión oficial y que ahora era un hecho, estaba a punto de volverse una realidad: escuchar a los cuatro habitantes de Nueva York que logarían hacerme sentir más vivo que nunca.

MANIFESTANTES DE LOS CUATROCIENTOS PUEBLOS


EDIFICIO DEL BANCO DE MÉXICO


CENTRO HISTORICO


ZÓCALO CAPITALINO

CATEDRAL METROPOLITANA

PALACIO NACIONAL


ALREDEDORES DE PALACIO

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN




6 comentarios:

Daze dijo...

hola!

Wow, nunca crei que resultara tan interesante lo que para mi es tan cotidiano, ay! esta ciudad está loca... que mal que te haya tocado ver a esos manifestantes, yo los he visto y de acordarme me dan escalofrios :S.

Leer la perspectiva que tiene un fan de interpol de terreon de la ciudad en la que vivo es cautivador.

Muy buena entrada!!

Holden ArG dijo...

Gracias por tus comentarios "compañenera en la adoración de INTERPOL", jajajaja, la verdad, la ciudad en la que vives es relamente bella a pesar de todos sus problemas, pero que ciudad no los tiene, por ejemplo, mi Torreón es una de las ciudades con el mayor indice de plomo en el aire y cantidades alarmates de arsénico en el agua, y aun así la mayoria de los torreoneses seguimos vivos, jajaja, nos leemos pronto...

Miriam Canales dijo...

Quihubo! chida tu croniquita, de verdad pasamos un maravilloso día, espero que vuelvan pronto...y ¡ah! ya estaré de regreso en Torres por las vacaciones.

Stay tuned

Holden ArG dijo...

Chido, pronto nos vemos en Torres....

César Sánchez dijo...

Una cuestión puntual que no enjuicia toda la buena apreciación de tu crónica. Los desnudos de los campesino no estaban para agradarle a nadie. Eran una manifestación, una llamada de atención. Y este tipo de actos son los que hacen que una sociedad se mueva y no se quede con edificios bonitos pero con las personas inmutables. Esa es una cualidad que tiene la Ciudad de México, además de su bello clima y construcciones, otra cosa es el descuido y falta de planeación de algunas zonas. Pero me agrada ser de una ciudad donde la gente no pierde el ánimo de manifestarse y de quejarse. Pues al final las ciudades las construyen gente.
Saludos desde San Salvador, César.

Holden ArG dijo...

Se agradece el comentario César, y estas en lo cierto